Correspondencia de Manuel Diéguez a Tomás Diéguez sobre la recepción de sus cartas y el porte de estas, el dinero para sus hermanas y Venturita, entre otros asuntos particulares.

Correspondencia de Manuel Diéguez a Tomás Diéguez, confirmándole la recepción de sus cartas. Asimismo, sobre las buenas relaciones que debe mantener con el presidente Riva-Agüero y su mediación en la causa de Mateo Otero por infidencia.

Borrador de la correspondencia de [¿Tomás Diéguez?] a Jerónimo Espinoza, expresándole su sorpresa por la recepción de una carta con una libranza en su contra y a favor de Arismendi, girada a través de Diego de Aliaga.

Correspondencia de Gregoria Palacios a Tomás Diéguez, comunicándole que recibió cantidad de pesos de su hermano Nicolás Diéguez y la remisión del recibo de Justo Bolledo, entre otros asuntos particulares.

Correspondencia de José María Arellano a Tomás Diéguez acerca de la recepción de cantidad de pesos y cuatro cartas, además del pago de portes del correo. Le informa, asimismo, que no tiene carta en el correo de Guayaquil.

Correspondencia de Antonio Palomino a Tomás Diéguez, comunicándole que recibió de José María Arellano cantidad de pesos que le libró por cuenta de Juan Alejo de Pinillos. Asimismo, pide que le informe sobre una carta de Juan José Morillas y un libramiento entregados a la esposa de su hermano.

Correspondencia de José Ildefonso Palacios a Tomás Diéguez, sobre la recepción del billete que le mandó por medio de Manuel y la reconvención que el notario de la curia de Trujillo le hizo por vía de súplica sobre el despacho de una capellanía, entre otros asuntos particulares.

Correspondencia de Manuel José de Lecca a Tomás Diéguez sobre su partida a Sechura, la razón de los clérigos de su jurisdicción y el aviso a Juan Sullón para que le lleve el caballo y la mula.

Correspondencia de Mariano García a Tomás Diéguez, comunicándole sobre la contraquerella a Carnero y su negativa a firmar el comparendo ordenado por el intendente; además de su salida a Huancabamba.

Correspondencia de Manuel Diéguez a Tomás Diéguez, comunicándole la queja de los lugareños de Colán para que se les redimiese de la obligación de hacer altares y sobre el gran aguacero que casi destruye su casa.